Un grupo de científicos aseguró haber descubierto las ruinas
de una ciudad sumergida en el vértice del denominado Triángulo de las Bermudas.
Los investigadores, encabezados por el canadiense Paul
Weinzweig y su esposa polaca Paulina Zelitsky, ingeniera naval, encontraron
mediante un robot los restos de una ciudad, ubicada a unos 700 metros de
profundidad, hacia el norte de las costas orientales de Cuba.
Las imágenes captadas muestran construcciones monumentales,
entre ellas, cuatro pirámides gigantes, una de ellas de un material
semitransparente, así como una esfinge y varios monolitos grabados.
"Es asombroso. Lo que observamos en las imágenes en
alta resolución del sonar son llanuras interminables de arena blanca y en el
medio de esta bella arena se aprecian claramente diseños arquitectónicos hechos
por el hombre. Es como cuando sobrevuelas un proyecto urbano en avión y ves las
autopistas, túneles y edificios", afirmó Zelitsky a los medios periodísticos.
En opinión del científico, el complejo pertenece a un
período preclásico de la historia del Caribe y de América Central, poblado por
"una civilización avanzada, similar a la cultura de Teotihuacán".
Los investigadores señalaron que esa ciudad hundida fue
descubierta inicialmente por submarinos nucleares de Estados Unidos, en el año
1962 y agregaron que el sitio inmediatamente fue cerrado y se tomó su control y
el de los objetos.
En opinión de los descubridores, el complejo pertenece a un
período preclásico de la historia del Caribe y de América Central, poblado por
"una civilización avanzada, similar a la cultura de Teotihuacán".
Quienes son los descubridores
Paulina Zelitsky nació en Polonia y estudió ingeniería en la
Unión Soviética. Durante la Guerra fría se le asignó un trabajo en una base
secreta submarina en Cuba.
Luego se radicó en Canadá donde conoció a un empresario y
hombre de negocios Paul Weinzweig que sería su esposo. Actualmente la pareja
dirige la compañía llamada Advanced Digital Communications, o ADC, con oficinas
en Victoria, Columbia Británica y en La Habana, Cuba. La especialidad de la
empresa es la exploración oceánica.
La pareja ya había encontrado entre el año 2000 y el 2001
otra ciudad sumergida a unos 2.200 pies en la costa occidental de Cuba. Paulina
Zelitzky dice que su trabajo se obstaculizó, debido a que no pudieron encontrar
fondos suficientes para la creación de un robot sumergible. Ahora tienen el
robot pero necesitan al menos 2 millones de dólares para explorar las construcciones
sumergidas.
Paul Weinzweig y Paulina Zelitsky distribuyeron una gran
cantidad de imágenes y datos computarizados de alta resolución, que muestran
pirámides en tres dimensiones perfectamente lisas, descubiertas, cuya
superficie está libre de residuos, algas o grietas.
Con el tiempo y la suerte, un estudio más detallado
proporcionará respuestas que por el momento son difíciles de imaginar. Los
descubridores, tras procesar los datos, han llegado a la conclusión de que la
superficie de esta pirámide debe de ser perfectamente lisa, para tener esa
apariencia de vidrio o hielo.
Varios estudiosos que vieron las fotos sostienen que los
edificios y la pirámide en el fondo del mar pudieron haber sido inicialmente
edificados sobre la tierra de un continente o isla, al que un devastador
terremoto sacudió y cambió su paisaje por completo.
Qué opinan los entendidos sobre estos hallazgos
El cubano Manuel Iturralde, geólogo marino, estima que estas
estructuras “son extremadamente inusuales para ser naturales”, y agrega “Me
resulta muy difícil explicar el punto de vista geológico", añadió, después
de una larga entrevista en La Habana. Iturralde, que trabaja en el Museo
Nacional de Historia Natural de La Habana, también estudió las estructuras
descubiertas en el año 2001 en el oeste de Cuba, un enigma de piedras
graníticas con forma y pulido geométricos. Las estructuras que se asemejan a
las pirámides egipcias, caminos y otras estructuras, son más de 600 metros de
profundidad en un área de 20 kilómetros cuadrados.
Estas extrañas estructuras piramidales submarinas que se
encuentran a una profundidad de dos mil metros fueron identificadas mediante la
ayuda de un sonar. Se destaca una gran pirámide sobre el fondo del mar. La
longitud de la base de esta pirámide alcanzaría los 300 metros, 200 metros de
altura, y la distancia desde la base hasta la punta de la pirámide es de unos
100 metrospor encima del fondo del mar. Según los estudios preliminares
muestran que la estructura
sería de vidrio o de un material similar al vidrio, ya que
es completamente lisa y en parte translúcida.
En lo que respecta a su tamaño, esta pirámide recién
re-descubierta sería de mayores dimensiones que las pirámides del antiguo
Egipto. En la cima de la pirámide hay dos agujeros muy grandes, a través del
segundo de ellos el agua del mar fluye a gran velocidad, creando furiosas olas
que a su vez forman un vórtice gigante, responsable de la oleada masiva de las
aguas de su alrededor, y de la bruma en la superficie del mar.
“Esto no me parece muy realista”, dijo Calvin Jones, de la
División estatal de Recursos Históricos de la Florida. “Mantengo siempre la
mente abierta ya que siempre aprendemos cosas nuevas. Pero la idea de una
estructura piramidal, y mucho menos hecha de vidrio, bajo más de 10 pies de
agua - las posibilidades son de alrededor una en un millón”, afirmó Jones.
Otros investigadores de mente más abierta afirman que se
trata de un hallazgo arqueológico genuino. Por ende, la pirámide tendría que
haber sido construida entre el año 10.000 antes de Cristo, cuando la plataforma
continental no estaba cubierta por agua.
El Profesor Glen Doran, antropólogo de la Universidad
Estatal de Florida, dijo que las pirámides más primitivas del Oriente próximo
datan de alrededor del 4.000 a.C. y que todas las pirámides del Nuevo Mundo son
posteriores al 1 d.C. Por lo tanto cualquier estructura de ese tipo que se
encuentre frente a las costas de la Florida sería más antigua que todas las
conocidas.
Muchos científicos escépticos consideran estas ruinas como
accidentes geológicos submarinos. Algunos arqueólogos europeos indicaron que
las rocas, encontradas en julio de 2000 por la pareja, son una formación
natural de caliza.
Uno de los primeros descubrimientos arqueológicos submarinos
el Caribe fue en las islas Bimini cuando se encontró la Muralla de Bimini.
También se le conoce como el “camino de
Bimini”, es una estructura de enormes bloques de piedra caliza (material
presente en los continentes no en los océanos), sumergida en el mar cerca de
las islas Bimini en las Bahamas. Los bloques son de forma rectangular y planos,
formando un pavimento o muro caído de unos 800 metros, aproximadamente.
Este muro o camino fue descubierto por el Dr. J. Manson
Valentine, en 1968, Dr. J. Manson
Valentine junto con el submarinista Jacques Mayol, Harold Climo y Robert
Angove, mientras realizaban una inmersión en la costa noroeste de Bimini. Las
rocas de Bimini forman una
gigantesca muralla o un camino de grandes adoquines, de unos
10 metros de ancho, Bimini se encuentra en el océano Atlántico, próximas al llamado
“Triangulo de las Bermudas”. Lo más destacable de la muralla es el tamaño
gigantesco de los bloques, lo que dificulta su manipulación manual, sin ningún
tipo de maquinaria, además se asemejan
extrañamente a las construcciones pétreas de Perú, a las columnas de
Stonehenge y a las murallas ciclópeas de
la Grecia de Minos.
En 1970 cuando el Dr. Ray Brown en el fondo marino frente a
las Bahamas, acompañado por 4 buzos hallaron caminos, cúpulas, edificios
rectangulares, instrumentos metálicos no identificados, y una estatua que
sostenía un “misterioso” cristal que contenía pirámides en miniatura. Los
dispositivos de metal y cristales fueron llevados a la Florida para ser
analizados en una universidad allí. Se descubrió que el cristal amplificaba la
energía que lo atravesaba.
Ray Brown, era un médico naturópata de Mesa, Arizona, fue a
bucear con unos amigos a las islas de Bari en las Bahamas, cerca de una zona
popular conocida como la Lengua del Océano (esto fue representado en el
programa de televisión “In Search Of Atlantis”, realizado en 1979). Durante una
de sus inmersiones, Brown se separó de sus amigos, y mientras los buscaba, se
sorprendió al encontrarse con una extraña forma de pirámide reflejada en la luz
aquamarina.
Al investigar más a fondo, a Brown le sorprendió la suavidad
y lo parecida a un espejo que era la superficie de toda la estructura, con
juntas casi imperceptibles entre los bloques individuales. Nadando alrededor de
la piedra angular, Brown descubrió una entrada y decidió explorar el interior.
Al pasar por un pasillo estrecho, Brown finalmente llegó a una sala rectangular
pequeña con un techo en forma de pirámide.
Además, a pesar de que Brown no había llevado ninguna
linterna con él, podía verlo todo en la habitación a simple vista. La
habitación estaba bien iluminada, pero no se veía ninguna fuente de luz
directa. Llamó la atención de Brown una varilla metálica de color latón de tres
pulgadas de diámetro que colgaba desde el vértice del centro de la habitación y
en cuyo final estaba atada una gema roja de múltiples facetas, afilada, que
terminaba en una punta. Directamente debajo de esta varilla y de la gema, en el
centro de la habitación, se encontraba una base de piedra labrada, rematada por
una placa de piedra con bordes enrollados. En el plato había un par de manos
talladas de metal color bronce, de tamaño natural, que parecían ennegrecidas y
quemadas, como si hubieran sido expuestas a un tremendo calor. Cobijado en las
manos, y situado a cuatro pies directamente debajo de la punta de la joya
colgada de la barra del techo, había una esfera de cristal de cuatro pulgadas
de diámetro. Brown trató de aflojar la varilla del techo y la gema preciosa
roja, pero nada se movía. Volviendo a la esfera de cristal, se encontró, para
su sorpresa, con que se separaba fácilmente de los receptáculos de mano de
bronce. Con la esfera de cristal en su mano derecha, salió de la pirámide.
Cuando salió, Brown dice que sintió una presencia invisible y oyó una voz que
le decía que nunca volviera.
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